miércoles, 9 de junio de 2010

LOS ASESINATOS DE ENRIQUE LÍSTER (Jesús Liste Forján)

Cuando califiqué de asesino al comunista Enrique Líster, comandante de la XI División del Frente Popular: El chantaje de la izquierda. Las falsedades de la Guerra Civil española. Madrid, 2004, p. 44, algunos se indignaron y se indignan ante esa afirmación; pero fue el mismo Líster quien hasta el último día de su vida se ufanó y justificó sus asesinatos como la cosa más normal del mundo.
Lo primero que hay que recordar es que Líster tenía su cuartel general en Madrid en la calle Lista números 25 y 29, y su checa Lista 29, en donde se interrogó, torturó y se llevó a cabo más de 70 asesinatos registrados por la Causa General: Causa General, Madrid, 1943, p. 86.
Entre los muchos asesinatos de Líster están los ocurridos el 19 de mayo de 1937 en Mora de Toledo, cuando asumiendo el mando sin orden de sus superiores se tomó la justicia por su mano.
Los anarquistas le acusarían de asesinar a “más de sesenta trabajadores”: CNT, 29 de mayo de 1937, p. 4; pero sólo se conoce con nombres y apellidos el de 21 personas asesinadas por motivos políticos y religiosos, y también la ejecución de unos milicianos cuyo número se desconoce.
Dice Líster: “El 19 llegamos a Mora de vuelta del frente y acantonamos las fuerzas en los alrededores, controlando así las salidas o entradas en el pueblo”, y después publicó “un Bando por el que se ordenaba a todos los militares presentarse en la Comandancia en un plazo de varias horas. Una parte se presentó y fueron enviados a sus unidades en primera línea, otros por el contrario, intentaron escapar (…) pero todos ellos fueron detenidos”: Enrique Líster. Nuestra guerra. París, 1966, p. 126. Esos milicianos que intentaron escapar junto con otros detenidos pertenecían a la XLVI Brigada Mixta y se cree que fueron ejecutados. También ordenó el asesinato de 20 personas, y el día 25 antes de su partida fusiló al ex comunista y militante anarquista Francisco González Moreno.
“Pasaremos, órgano de la 11ª división. Num. 28 de 5 de junio de 1937”, hace una relación de los 21 asesinados a los que denomina “desaparecidos”, y del anarquista Francisco González Moreno, otro “desaparecido”, afirma que era un “chulo y matón, dicho elemento le detuvieron en el pueblo unos milicianos que se desconoce a qué Brigada pertenecían, y desde entonces se ignora su paradero, 29 de mayo de 1937”
De entre esos 21 “desaparecidos” que Líster ordenó asesinar y cuyos delitos según él “eran numerosos, graves, y en algunos casos monstruosos”: Nuestra lucha, p. 126, figuraban cinco mujeres, las hermanas María de los Dolores y María del Carmen Cano Sobreroca, “propagandistas descaradas y activas de Acción Católica”, así sentenciaba Pasaremos (5-6-1937). Otras tres hermanas más, Cándida, Carmen y Edmunda López-Romero Gómez del Pulgar, y que según Pasaremos (5-6-1937), estaban “afiliadas a Acción Católica y Acción Popular. Eran las tres las cabezas dirigentes de la reacción”. En realidad Cándida no era de Acción Católica sino monja teresiana, que se hizo pasar por su hermana casada que tenía hijos pequeños.
De esas mujeres asesinadas Antonio Montero Moreno escribe lo siguiente: “Posteriormente, entrando ya el año 40, pudo averiguarse que todos ellos habían sido asesinados en las inmediaciones de la fábrica de harinas y sepultados en una zanja abierta al efecto en pleno campo. Lo más grave del caso es que, según acredita la exhumación de los cadáveres, las víctimas sufrieron horribles mutilaciones, probablemente antes de morir. En los restos de la madre Cándida apreciaron sus familiares que tenía el cráneo hundido, posiblemente por un golpe de hacha; la mano derecha separada del brazo y cortado uno de los pies”.
Y más adelante añade Antonio Montero Moreno: “En aquel grupo figuraban, asimismo, las hermanas Dolores y María del Carmen Cano Sobrerroca, dos jóvenes de Acción Católica, que dejaron tras sí un ejemplarísimo historial apostólico. También sobre sus cadáveres se han apreciado amputaciones de la mano derecha y señales de haber sido muertas a puñaladas” :Historia de la persecución religiosa en España 1936-1939. Madrid, 1961, pp. 524 y 525. Y también, “Cándida López Romero” y “Carmen Cano Sobreroca” en www.persecuciónreligiosa.es.
Preguntado en una entrevista en el año 1977, Enrique Líster respondió sobre aquellos asesinatos: “Luego me acusaron de que yo había fusilado y tal y cual; y yo he respondido que sí, que yo he fusilado, y que estoy dispuesto a hacerlo cuantas veces haga falta. Porque yo no hago la guerra para proteger a bandidos ni para explotar a los campesinos; yo hago la guerra para que el pueblo tenga la libertad”: Triunfo, 19 de noviembre de 1977, p. 41. Enrique Líster: las trincheras de la guerra.
El italiano de las Brigadas Internacionales Carlo Penchienati, que fue comandante de la Brigada Garibaldi y que acompañó a las tropas del Frente Popular en su retirada a la frontera francesa, acusó a Enrique Líster del asesinato de 24 personas del hospital militar de Bañolas. El hecho ocurrió en la madrugada del 7 de febrero de 1939, cuando Líster en retirada con sus tropas y heridos ordenó la evacuación del hospital de Bañolas, obligando al personal sanitario a acompañarles, y nada más pasar Figueras, en Vilasacra fueron asesinados. De esos 24 asesinados tres eran enfermeras, y una de ellas era Gerti de Gimeno ciudadana austriaca y esposa del director del hospital, asesinada por el ayudante de Líster: Carlo Penchienati. I giustiziati accusano. Brigate Internazionali in Spagna. Roma, 1965, pp. 173 y 174.
Además de este hecho también se ha constatado que en su retirada hacia la frontera francesa, las tropas de Líster muy probablemente habían cometido asesinatos en poblaciones como “Vallès, Terrassa, Palau de Plegamans, les Franqueses, Cardeden, Arbúcies, etc”: Josep M. Solè i Sabatè . Joan Villarroya i Font. La repressió a la reraguarda de Catalunya. Barcelona, 1989, vol. I, pp. 323, 330 a 332.
El periodista y comunicador Julián Lago siempre fue una persona muy singular, y creo recordar que fue a finales de los 80 o principios de los 90 cuando relató en televisión una anécdota sobre Enrique Líster, y que al final terminaba diciendo de él: “Esa era la catadura moral del personaje”. La anécdota la recogió en el libro que escribió un año antes de morir, y es como sigue:
A Julián Lago le pareció una buena idea reunir en una comida a dos personajes de la Guerra Civil, al general Prieto por parte de los nacionales y a Líster por el Frente Popular. Durante la comida Líster quiso ser gracioso y contó lo siguiente:
“- Un día unos milicianos se acercaron para decirme: “Camarada comandante, hay entre nosotros un sacerdote que quiere decirnos misa”. A lo que yo contesté a los milicianos: “Pues que la diga”.
_ ¿Y lo autorizaste, general? –Prieto de vez en cuando daba tratamiento de general a Líster, quien en aquel momento disfrutaba de una fabada que había pedido y cuyo caldo dibujaba de pimentón las comisuras de sus reventones labios.
- Claro, claro, autoricé al curilla aquel a que dijera misa.
- Y luego le mandaste fusilar.
- Por supuesto.
Se produjo entonces un cruce de miradas que hablaban sin hablar entre el general Prieto y el payaso y en medio del ruido de fondo del trasiego del mesón de Fuencarral se hizo un silencio, roto de nuevo por Líster.
- ¿Cómo iba yo a tolerar que en el Quinto Regimiento hubiera un cura que nos dijera misa?”: Julián Lago. Un hombre solo. Barcelona, 2008, p. 129.

Ángel Manuel González Fernández, diciembre de 2009.

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